Los hombres que combarían en la arena eran ladrones, criminales y esclavos que se jugaban la vida solo para dar diversión a las multitudes. Los coliseos estaban a rebosar; la mayoría moría en la arena. Pero siempre había alguno que destacaba por encima de los demás.
Ludus, que así se llamaba nuestro gladiador, era el ídolo de todas las multitudes, y también de su dueño , porque le hacía ganar mucho dinero y prestigio en toda Roma. Cada vez que combatía, las multitudes jaleaban su nombre. Y él se animaba cada vez más, matando a sus contrincantes.
En las noches, su dueño le recompensaba con comida y bebida. Pero él ya se estaba cansando de estar matando personas solo para satisfacción de los romanos.
Un día en el Coliseo era fiesta y había mucha gente importante de Roma. Los gladiadores estaban en su última pelea. Entonces fue cuando Ludus se negó a matar a su contrincante, delante de su dueño y de todos los romanos.
Cuando le ordenaron matarlo, con el dedo hacia abajo, este se negó. Era un gran humillación para los romanos. Por no obeceder, soltaron a los leones. Eso le llevó a la muerte, significando una gran pérdida para su dueño.
Así era la vida en la época de los romanos, con esclavitud y muerte.
Alejandro Navarro
Gracias por haber puesto mi cuento en el blog, gracias Nuria.
ResponderEliminarMonse, me has dejado sin palabras.
ResponderEliminarJajajajaja porfin lo as leido
ResponderEliminarJajajajaja porfin lo as leido
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