lunes, 13 de abril de 2015

¡Tú eres un genio!

Hay día que pasan sin darte cuenta y otros que son muy especiales. Creo que el día del que os voy a hablar podemos considerarlo el más especial de todos. Estábamos en clase de Historia, disfrutando con nuestra imaginación, tratando de recrear lo que habían sido los inicios del hombre; ahí, metidos en sus cuevas, asustados ante los fenómenos de la naturaleza, felices cuando aprendieron a controlar el fuego, temerosos ante los terribles animales...
Monse ese día estrenaba sus gafas nuevas. No había sido un paso fácil. Como si no supieran que tarde o temprano todos acabamos llevando gafas, los demás, al verla aparecer con sus gafas moradas, soltaron unas cuentas bromas. Monse sonrió tímidamente, buscando con la mirada, la mirada cómplice de su profesora. Las dos se sonrieron con los ojos. Todo se puede superar si se piensa de manera positiva.
Empezábamos a hacer los ejercicios cuando Monse se dio cuenta de que no veía nada. Su compañero de mesa, Alejandro, le pasó amablemente un pañuelo. Y, según estaba frotando sus cristales ¡zas! apareció una genio. Pensaréis que sería UN genio, porque siempre son hombres. Pues no, en este caso, era una mujer. Es más, era una niña, que se llamaba María.
- Ay, gracias por frotar y dejarme salir a dar una vuelta. Estaba ya un poco aburrida de estar allí dentro.
- Pero ¿eres una genio de verdad? - preguntó Alejandro, fascinado ante esa geniecilla tan especial.
- Claro que sí, y de las buenas. Empecé a sacarme el título en un campamento un verano, y ahora soy de primera - y, mientras tanto, hacía sus ejercicios para desentumecer sus músculos-.
Monse, entusiasmada, le dijo:
- Mmmm, tengo un montón de deseos que me gustaría cumplir.
- Poco a poco, poco a poco. Como hasta que no los digas no vuelvo a las gafas, tómate tu tiempo. Mientras, estiraré un poco las piernas haciendo natación sincronizada.
- ¿Natación sincronizada? - inquirió Alejandro, que no salía de su asombro -. No he visto nunca cosa igual. Cuando se lo cuente a mis amigos, no me van a creer....Una chica genial de verdad.
Alejandro miraba a María. Sus ojos azules, su carácter alegre, su simpatía, eran bastante diferentes de  lo que siempre nos habían contado sobre los genios. Se suponían gorditos, malhumorados...y, desde luego, no acababan metidos en el agua haciendo bailes sincronizada, con bañadores increíbles y el pelo lleno de brillantina.
También Monse estaba muy sorprendida. Sentía una gran responsabilidad sobre qué podía pedir. Últimamente, en el colegio le iba mucho mejor. Había aprendido a ser responsable de sus estudios y hasta disfrutaba haciendo los deberes ¡Quién se lo iba a decir! Entonces, sus deseos tenían que ser en otro sentido. Tampoco los iba a gastar en cosas materiales. Vivía a gusto con su familia, disfrutando de las cosas. Y físicamente, Monse se había convertido en una mini-mayor preciosa. Jejejeje, lo de mini-mayor era una broma que se gastaban entre los de la clase, por no decir adolescentes, y para que fuéramos conscientes de que estábamos con un pie en la edad adulta (otra cosa sería ver por dónde andaba nuestra cabeza).
Y eran tres los deseos que podía pedir. No son tantos y, si lo piensas, según obtienes algo que has deseado, en muchas ocasiones no lo valoras lo suficiente.
Alejandro también estaba nervioso por la situación. Aunque él no podía obtener esos deseos, el haber sido testigo de este hecho ya le parecía bastante premio. No todos los días puedes estar presente ante hechos sorprendentes.

(Continuará)

3 comentarios:

  1. ¿Cuándo es la continuación? Este cuento es muy intrigante¡Sobre todo si hay gente de clase (incluida yo ) que es la protagonista!

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  2. ¡Ojalá salga toda la clase en el cuento!

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  3. yo tambien salgo en el cuento y es la verdad el cuento

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