jueves, 16 de abril de 2015

¡Tú eres un genio! II

¿Que cómo era Alejandro? Si te digo un moreno de ojos negros, sé que no es lo que más te interesa saber. Alejandro tiene siempre una sonrisa en la boca, que no pocas veces le ha causado problemas. Algunas personas interpretan como que se toma todo a broma pero, en realidad, suele ser por algo de timidez, y porque se siente a gusto en muchas situaciones. Ahora también lo estaba. Monse era una buena compañera y Alejandro disfrutaba cuando a alguien le iba bien la vida.
Monse seguía pensando en qué deseos podía pedir ¡Menuda responsabilidad!
Cuando estaba a punto de decir el primero de ellos, de pronto un trueno rasgó el cielo y, mientras una lluvia torrencial empezaba a caer sobre sus cabezas, a lo lejos apareció una figura impactante: ¡un centauro!
Monse y Alejandro no daban crédito. Habían leído sobre los centauros y otros seres mitológicos, pero nunca podían siquiera imaginarse que verían alguno. Y allí, cada vez más cerca, estaba ese ser poderoso, mitad caballo, mitad niño, que se paró justamente al llegar a Monse y Alejandro.
- Vaya, creí que al menos estaba vez no vendrías - dijo María.
- Sabes que estás ocasiones tan especiales no suelo perdérmelas - replicó Adrián, que es así como se llamaba el centauro.
- ¿Os conocéis? - preguntaron los dos niños al unísono, sin poder entender nada.
- Claro que sí - dijo María -. En el Waterbranch nos conocemos todos. Es nuestro reino, el de la fantasía, habitado por seres fantásticos. Adrián es uno de ellos. Yo llevaba tiempo sin verlo, porque estaba encerrada en las gafas...
- Sí, María, pero sabes que siempre que intentes conceder deseos, iré allá donde te encuentres para tratar de impedirlo.
- Pero, ¿por qué? - preguntó Monse que, por una vez que tenía esa oportunidad, no quería que nada se lo impidiera.
- Porque María impidió mi amistad con el unicornio de nuestro reino, y eso nunca se lo perdonaré. En ese momento, le dije que le haría la vida tan imposible como pudiese.
- ¿Un unicornio? Pero si los unicornios no existen! - dijo Alejandro, que todavía no daba crédito a esa situación.
- Claro que existen, aunque solo uno. Mejor dicho, una. Se llama Alicia, y es un ser plácido y especial que vive en Waterbranch. Tiene poderes supermágicos, mucho más que cualquiera de nosotros. Y posee, además, la facultad de proporcionarnos facultades mágicas.

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